(Cataluña) SOCIEDAD-SALUD,SOCIEDAD 06-03-2011
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Desde principios de noviembre, Esther Nadal, de 23 años; Albert Forcada, de 29, y Tonet Ramírez, de 24, comparten un amplio piso en el barrio de Cappont que ellos mismos se encargaron de localizar y cuyo alquiler pagan cada mes junto con un cuarto compañero de vivienda, Andreu, un joven universitario que ejerce en la casa el rol de mediador.
Esta iniciativa, impulsada por la asociación Down Lleida, tiene por objetivo que los jóvenes con discapacidad intelectual adquieran las habilidades, herramientas y estrategias básicas que les permitan ser más autónomos e independientes y “puedan coger las riendas de sus propias vidas”, según explica a Efe Ivan Niubó, coordinador técnico del departamento de Vida Independiente de la entidad.
En el piso, los cuatro ocupantes mantienen una relación “de igual a igual” y comparten tareas y gastos, ya que tanto Esther como Albert y Tonet trabajan y disponen de unos ingresos mensuales que ellos mismos se encargan de administrar.
Joan Caellas, de 22 años y estudiante de Trabajo Social, ejerce actualmente de apoyo del mediador, cuya función básica, explica, es la de dar a los jóvenes con Down estrategias o pequeñas ayudas para que resuelvan problemas o conflictos que surjan en el día a día.
“No soy ni un tutor, ni un profesor ni un padre, sino un amigo, un igual”, señala Caellas.
La casa, perfectamente limpia y ordenada, está llena de tablas y horarios con las tareas del hogar que hay que realizar cada día, como fregar los platos, poner lavadoras o barrer, y quién es el encargado de hacerlas, así como con las actividades personales que lleva a cabo cada uno.
Los jóvenes se encargan también de cocinar, aunque un técnico y un dietista de la asociación confeccionan los menús.
Esther, Tonet y Albert se muestran contentos de poder vivir esta experiencia, aprender cosas nuevas y ante todo tener la posibilidad de ganar autonomía y ser capaces, en un futuro, de poder llevar una vida independiente.
“Estoy súper bien, me lo paso muy bien y estoy orgulloso de ser independiente”, afirma Tonet, que trabaja como auxiliar de conserje en el Ayuntamiento de Lleida y es además un gran aficionado a tocar la batería y a la natación, con la que ha participado en diferentes campeonatos nacionales e internacionales.
Aunque aún les queda un largo aprendizaje en este proyecto, Tonet, Esther y Albert ya piensan cómo les gustaría que fueran sus vidas fuera de la vivienda compartida.
“Me gustaría tener una pareja, estar con amigos y también que mi familia estuviera presente, por si me pasara algo, para que estuviera en contacto con ellos”, afirma Esther, que trabaja en el sindicato UGT de Lleida haciendo tareas de recepcionista y administración.
Albert, que tiene pareja y es ayudante de cocina en una residencia, también tiene muy claro lo que quiere hacer en el futuro: “Me quiero comprar una casa, un coche, un viaje y una granja con caballos”.
Antes de compartir piso, Esther, Tonet y Albert han participado en el Proyecto Amigo, que es un espacio de aprendizaje en el que Down Lleida da a los jóvenes la preparación necesaria para dar el salto a la vivienda.
Según Niubó, las familias de los participantes en el proyecto tenían al principio algo de miedo, aunque ahora ven la experiencia como una gran oportunidad para sus hijos.
“Se dan cuenta que algún día no estarán y sus hijos tendrán la oportunidad de valerse por sí solos con un apoyo mínimo”, señala Niubó.
Este proyecto es pionero en Cataluña, aunque se puso en marcha por primera vez en Murcia de la mano de la doctora Nuria Ayllón, impulsora de la filosofía Escuela de Vida, que aboga por que la personas con discapacidad intelectual o Síndrome de Down puedan decidir sobre sus propias vidas y que todo el trabajo que se haga con ellos sea para que puedan tomar decisiones y sean autónomos e independientes. EFE gb/pll/fl