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Usan ‘niño robot’ para combatir el autismo en escuelas británicas
Un robot que asume la forma física y expresiva de un niño es utilizado en escuelas británicas para enseñar a chicos autistas comportamientos sociales que les permitan comprender el lenguaje expresivo.
El nombre del prototipo es KASPAR (por las siglas en inglés de Robots Asistentes Personales en Cinésica y Sincronización) y es desarrollado por un grupo de investigadores de la Unión Europea que ha invertido más de 4 millones de dólares en el denominado proyecto IROMEC (Interactive Robotic Social Mediators as Companions).
El objetivo de este robot es instruir al niño autista en expresiones humanas como la sonrisa, la sorpresa y la tristeza, los cuales son de difícil comprensión para quienes padecen de esta enfermedad psicológica puesto que, según los especialistas, carecen de una conciencia de sí y de los propios sentimientos, lo cual les impide decodificar información de este tipo proveniente del exterior.
Esta creación tecnológica ha demostrado ser una herramienta inclusive más eficaz que un ser humano en la transmisión de emociones gracias a su fisionomía artificialmente creada para acentuar los gestos en una suerte de contexto lúdico, ya que el aprendizaje se lleva a cabo a través de juegos que motivan la interacción y la imitación.
“KASPAR prové a los niños autistas confianza y previsibilidad. Toda vez que no hay sorpresas al interactuar con él, los niños se sienten seguros y tranquilos”, aseguró Ben Robbins, director del proyecto, entrevistado por la revista on line Wired.
Añadió que de esta forma se combate una de las consideradas principales causas del autismo, es decir, el encierro del niño en sí mismo ante su imposibilidad de comprender el complejo lenguaje corporal y expresivo de los seres humanos.
Cada uno de los movimientos realizado por el robot son telecomandados por los investigadores cuyo principal objetivo lograr que los niños concentren su atención en factores externos se convierte en una meta irregular y llena de altibajos, que en muchos casos se pierde justo cuando se presumían progresos en el comportamiento del chico.
Sin embargo, el robot parece haber ido más allá de los resultados esperados, como comenta Robins, quien demostró su satisfacción por la reacción de la mayoría de los niños con quienes realizó las pruebas de KASPAR.
“Cuando empecé las pruebas los niños me daban tanta impotancia como a una mosca en la pared. Pero cada uno de ellos, a su debido tiempo, empezaron a abrirse. Uno de los niños, en particular, después de semanas de ignorarme vino y se sentó en mis rodillas, tomó mi mano y me llevó hasta el robot, para compartir la experiencia conmigo”, añadió.