Piden mayor conciencia para inclusión en sociedad de estudiantes particulares

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Caracas.- En Venezuela ya no se habla de discapacitados. No porque escaseen. Lo contrario. La labor de la Unidad de Atención a Estudiantes con Discapacidad Unidis, es ardua, de hormiguita; comienza por posicionar el término correctamente.

“No son discapacitados, son personas con discapacidad”, corrige María Isabel Rocha, fonoaudióloga, coordinadora de este organismo, dependiente de la Oficina de Atención Integral al Estudiante Universitario del Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior.

Además del detalle semiológico, ella precisa que no todo es color de rosas en la relación con la casa que vence las sombras.

Adaptación e igualdad
Cuidando cada palabra, Rocha hace un recuento. “El proyecto piloto surgió en marzo de 2006, como una necesidad de atender a estos estudiantes con discapacidad, respondiendo a una serie de políticas y lineamientos del ministerio. La facultad de Humanidades y Educación de la UCV fue la escogida para implantar el programa y velar por el ingreso y prosecución académica de los estudiantes”.

Dentro de los fines primordiales de la Unidis “igualdad de oportunidades y equiparación de condiciones para los estudiantes con discapacidad”, destaca que el estudiante presenta la misma prueba de sus compañeros sin discapacidad, “a través de la tecnología que le facilite el acceso al material que se maneja en el ambiente universitario”.

Rocha apunta que la tecnología es vital para cumplir los objetivos. “Hemos logrado mejorar las condiciones en cuanto a rendimiento en el tiempo y disminución de la ansiedad, dado que, por ejemplo, el estudiante con discapacidad visual ya no lee el material a través del sistema braile, sino que lo escucha y escribe sobre su hoja de respuestas”.

También periodista, y productora, junto a personas con discapacidad, de un programa de radio Superando barreras, en 103.9FM, la coordinadora de la Unidis manifiesta que, inicialmente, el grupo fue conformado por 42 estudiantes sin capacidad visual. auditiva, motora, y un pequeño grupo con autismo. Hoy suman 57.

Aliados naturales
Según la Organización Mundial de la Salud (OMC), 10% de la población de cada país sufre de algún tipo de discapacidad. Sin embargo, el censo realizado en el año 2002, en Venezuela, arrojó una cifra “mínima”. Según Rocha, son casi un millón de venezolanos. Incluso, “no es un número real, pensamos que hay muchos más. En el interior del país se esconde el problema de la discapacidad y muchas personas no tiene acceso al servicio de salud y educación”.

Para la especialista, el país requiere concientizar un cambio de perspectiva, empezando por la mención. “Muchas veces son llamados discapacitados, incapacitados, minusválidos, tuertos, mochos y cualquier otra cantidad de términos peyorativos. Son estudiantes universitarios con discapacidad, e igual, debe aplicarse el término a todos los campos educativos y profesiones. El término discapacitado refiere una característica más. No es sólo la condición de salud de otra persona; estamos hablando de un entorno discapacitante, una cultura que no esta preparada para atender a una persona con discapacidad visual total y hasta disminuida”.

La Unidis no está sola. Cuenta con el apoyo del Consejo Nacional para las Personas con Discapacidad (Conapdis), organismo oficial que regula todas las políticas. “Ellos sacan material de orientación y prevención, ya que “nadie esta exento de entrar en una condición de discapacidad”.

Junto al Conadpis, funciona la Misión José Gregorio Hernández, que ofrece apoyo técnico y programas de salud.

Explica la especialista que su organismo aporta cursos, talleres y entrenamiento tecnológico, lo cual incluye un software que se adapta a las necesidades de estos estudiantes, “de manera que puedan entrar a todos los programas de la computadora”.

María Isabel Rocha concluye en que se ha logrado la participación del estudiante con discapacidad. “El joven con discapacidad comienza a entender que su propia iniciativa le generará espacios para desarrollar sus condiciones”.

Pero confiesa que la respuesta de otros sectores apenas se siente. “Hemos logrado un cambio de actitud en un mínimo porcentaje de docentes; también consolidamos el proceso de divulgación de la ley para tener la sociedad inclusiva que queremos”.

“Más que ayudar al muchacho se trata de informar al lector, en este caso el profesor. Hay un programa de sensibilización de los docentes, para que monitoree el desempeño de los alumnos, sus fortalezas y debilidades, sepa ubicarlo en un espacio dentro del aula de clases y lo anticipe a casi todas las actividades académicas”.

Sociedad inclusiva
La ley emanada del Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior contempla la resolución 2417, del 23 de julio del 2007, mediante la cual todas las instituciones, públicas y privadas, deben terminar de cumplir estos lineamientos y crear una unidad para los estudiantes con discapacidades. “Estamos en la etapa de difusión y esperamos que en dos años todas tengan al menos la información y hayan logrado los primeros cambios. No hay una sola universidad que no tenga estudiantes con discapacidad”.

Ante las exigencias legales, la UCV como el resto de las instituciones de educación superior, tienen el reto de incorporar a los estudiantes sin discapacidad, para que ayuden a los que la tienen. “Debe dársele la prioridad necesaria, pero vemos que no conocemos el número de discapacitados en toda la UCV, lo cual es una tarea de sus autoridades”.

Como siempre, surge la excepción: “La Universidad Monte Avila, que es privada, ya está empezando a condicionar una unidad especial para estudiantes con discapacidad. El ideal es que tengamos, en un corto plazo, universidades inclusivas, a nivel arquitectónico, actitudinal, comunicacional, y que exista un mayor número de profesores formados en esta área, así como mayor número de alumnos atendidos”.

Otro de los objetivos, remarca, es la reinserción en la sociedad de estos estudiantes con discapacidad; “buscamos que se agrupen en asociaciones, frentes, grupos, que se organicen y movilicen para que emprendan acciones que insten a las universidades a cumplir con sus compromisos”.

El proyecto, pareciera, pudiera trascender: “Apartando la educación superior, hay un gran número de gente con discapacidad en toda Venezuela que no ha logrado acceder ni siquiera a la educación básica siendo ya adultos.

Espero que se vayan incorporando a través de las misiones del gobierno”.

Rocha está clara en que no todas las personas con discapacidad pueden entrar a la universidad, “por ello abrimos todo un abanico de posibilidades para que la persona con discapacidades alcance el nivel de desarrollo que requiere. Todo lo que puede beneficiar a un estudiante con discapacidad, necesariamente beneficiará a los estudiantes sin discapacidad”.

María Isabel Rochas es optimista ante la posibilidad de un cambio urgente en la sociedad, que genere un proceso de inclusión real. “Todos podemos generar cambios. Mis mejores aliados son los estudiantes sin discapacidad. Pero se necesita mucha ayuda. La ley está estipulada y obliga”.

Y se pregunta: “¿Será que la sociedad está preparada para recibir abogados ciegos? Nadie está exento de sufrir una incapacidad y todos debemos prepararnos. Quien esté libre
de discapacidad que tire la primera piedra”.

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