“La gente que padece Alzheimer perderá en algún momento su capacidad para conducir un automóvil. Sin embargo, dado que la capacidad para diagnosticar la enfermedad en una etapa temprana continúa mejorando, muchos pacientes con un diagnóstico de probable Alzheimer o problemas cognitivos podrían seguir siendo capaces para conducir tras varios años del diagnóstico”, comentan los autores de este trabajo que aparece en la revista ‘Neurology’, una de las publicaciones de la Asociación Americana de Neurología.
Con el objetivo de estudiar si a través de un conjunto de pruebas es posible predecir el nivel de seguridad al volante que presentan conductores que sufren problemas de demencia, estos investigadores analizaron el caso de 40 personas diagnosticados con un Alzheimer incipiente y lo compararon con el de otros 115 individuos de avanzada edad y sin problemas cognitivos.
Al inicio de la investigación, todos los participantes se sometieron a distintas pruebas que medían sus capacidades cognitivas, visuales y motoras. Entre otros tests, estas personas debían dibujar de memoria una compleja figura geométrica que habían visto previamente, demostrar su habilidad para percibir estructuras tridimensionales en movimiento o realizar pequeñas tareas en un recorrido establecido.
Después, con el objetivo de evaluar su capacidad de conducción, estos individuos debían realizar una pequeña ruta en coche. Para ello se utilizó un vehículo especial con sensores y transmisión automática. Además, cada sesión fue grabada en vídeo para que un instructor analizara los errores cometidos.
A analizar los datos obtenidos, los investigadores observaron que los pacientes con Alzheimer cometían un mayor número de errores al volante un 27% más que el resto de sus compañeros. La mayoría de sus fallos se debían a invasiones del carril contrario.
Sin embargo, también comprobaron que aquellos pacientes con demencia que habían realizado mejor las pruebas, presentaban menos problemas también en la carretera.
“El objetivo es prevenir los accidentes mientras se maximizan el derecho del paciente a moverse con libertad”, remarcan los investigadores en su trabajo. “Medir la habilidad de las personas a través de varias pruebas de memoria, visuales y motoras, puede hacernos capaces de desarrollar una evaluación estandarizada de la capacidad de un paciente para conducir”, añaden.