EL NACIONAL – Martes 14 de Abril de 2009
ALERTA Zarandear a los niños puede afectar su cerebro, advierte investigadora zuliana
Levantar pesas produce neuronas
No hay pastilla que reemplace los nutrientes de la espinaca y el brócoli o que sustituya las ocho horas diarias de sueño, enfatiza Gladys Maestre, directora del laboratorio de neurociencias de la Universidad del Zulia
VANESSA DAVIES
vdavies@el-nacional.com MARACAIBO
Esas rebanadas grises que Gladys Maestre de Homes palpa con delicadeza son trozos de cerebro humano conservados en formol. Mostrar dónde residen la memoria, la solidaridad y los pensamientos es, en su opinión, la mejor manera de motivar a la gente a cuidar el tesoro que alberga dentro de su cabeza.
Atrás quedaron los días en que se pensaba que el cerebro era un órgano escrito en piedra. Hoy se sabe que la neurogénesis no es ciencia ficción.
“Ocurre todos los días, y poco a poco vamos aprendiendo qué actividades generan más neuronas”, destaca Maestre, directora del laboratorio de neurociencias de la Universidad del Zulia y presidenta de Fundaconciencia.
Una actitud diferente. Hace 10 años, el equipo del Laboratorio de Neurociencias de LUZ inició el Estudio Maracaibo de Envejecimiento en la comunidad de Santa Lucía. El trabajo involucra a más de 3.500 personas mayores de 55 años de edad. “Queríamos ver cuáles eran los determinantes de la memoria en el zuliano. ¿Por qué algunas personas tienen buena memoria, a pesar de que no practican hábitos óptimos? ¿Por qué algunas envejecen felizmente, y otras, no?”, se pregunta Maestre.
En Santa Lucía se encontraron con una sorpresa: la frecuencia de Alzheimer es la más alta de Latinoamérica. “10% de los individuos mayores de 55 años tiene la enfermedad.
50% de los mayores de 80 años también la tiene”.
—¿A qué se debe? —Más de 85% de esa población sufre de hipertensión arterial. Más de la mitad tiene los lípidos elevados. 35% tiene diabetes. Todo eso hace que el cerebro sea prácticamente golpeado. La mayoría de las personas, por su bajo nivel educativo, no asume ciertos cambios en el estilo de vida, como la baja ingestión de grasas y sal. Cabe recordar que la sal no vive sólo en el salero, sino que también forma parte de las bebidas gaseosas.
La investigación se extendió a otra localidad: Santa Rosa de Agua, donde los seres humanos viven en palafitos. Allí “la gente es más sana. Casi no hay Alzheimer. Hemos evaluado más de 300 ancianos, y detectamos apenas un caso; al hacerle la resonancia magnética, vimos que se trataba de un tumor”, refiere Maestre.
Las evaluaciones psicológicas y sociales en Santa Rosa de Agua evidencian que la percepción de sus habitantes sobre asuntos cotidianos es muy diferente de la que prevalece en Santa Lucía. Por ejemplo, describe la científica, “nunca han tocado un cajero automático; nunca han puesto la comida en el microondas”.
Utilizan la bicicleta; pescan.
Comen poco; la mayor parte de su dieta es pescado y plátano. El Lago de Maracaibo es el patio de su casa y su poceta.
“No entendemos cómo están sanos si el lago está tan contaminado”, admite.
La relación con el tiempo, en Santa Rosa de Agua, es distinta de la que enerva y angustia a los citadinos. “El manejo del estrés es diferente. Hay un gran soporte social, hay trabajo comunal. No se necesita comprar un aparatito para escuchar una música porque la mamá canta mientras lava”.
—¿Qué elementos pueden ayudar a los habitantes de Santa Rosa de Agua? —Presumimos que hay un gen, o conjunto de genes, que ellos tienen más activos. Ellos vienen de un pueblo indígena con una tradición de longevidad, de ser saludables. Su interpretación de la realidad les permite llevar mejor lo que les pasa.
Los trucos de la neurogénesis. La especialista recuerda que está demostrado que el ejercicio físico hace que se produzcan neuronas, pero no sólo el ejercicio aeróbico, sino también el de resistencia. “Nosotros debemos caminar y, también, alzar pesas, para que la neurona madre `para’. Estas actividades se deben practicar 120 minutos a la semana (media hora, 4 veces semanales)”.
Hay otras recomendaciones para promover la neurogénesis: garantizar micronutrientes como el ácido fólico (pero directamente de vegetales color verde oscuro, como brócolis y espinacas); actuar sobre el estrés crónico; tratar la depresión.
Vida sin golpes. Ella repite hasta el cansancio que se debe aprender a cuidar el cerebro desde la infancia. “No es lo mismo un cerebro que un hígado; uno sabe que en el cerebro está el comando, y los niños captan el mensaje inmediatamente”, asevera esta médica zuliana que se especializó en las universidades de Harvard y Columbia, Estados Unidos.
Jamaqueo. Zarandear a las niñas y niños es dejarles una mala herencia. “Existe el síndrome del niño cuando es agitado, el síndrome del jamaqueo. Ese cerebro sufre, sobre todo, en el lóbulo frontal. El cerebro es de contextura muy blandita.
Con el jamaqueo, recibe golpes. Se producen microderrames, microhemorragias, e inflamación”. La criatura estará más irritable, será más difícil lidiar con ella.
Pobreza. La pobreza incide en la mala salud cerebral, sostiene la médica. La comida frita dañina para el órgano de la inteligencia- es más económica que la sana. Los oficios asociados con los sectores más humildes también son de riesgo: “el obrero que no usa casco o que taladra, el pintor que se expone a tóxicos sin máscara”.
La violencia no se queda atrás.
“En los sectores populares hay más chance de golpes en la cabeza”.
Golpes = Alzheimer. Esas lesiones en la cabeza, consecuencia de puñetazos, accidentes de tránsito, caídas de bicicleta, constituyen un factor de riesgo para la enfermedad de Alzheimer. ¿Qué sucede? “Al haber una reacción inflamatoria, el cerebro intenta proteger sus estructuras de supervivencia (para respirar, latidos del corazón), y lo hace a expensas de lo que no es `tan necesario’, como la memoria. Esa parte cerebral se pone más pequeña, y empiezan los cambios”.
Comida verde. Ni la vitamina más costosa, insiste Maestre, puede sustituir a un brócoli o una espinaca. Por eso, es muy importante la ingestión diaria de frutas y verduras. Tampoco hay pastilla que reemplace la falta de sueño. “A cualquier edad, dormir menos de seis horas es muy malo”. Los jóvenes, para resguardar su cerebro, no deben consumir bebidas alcohólicas.
Sin ser defensora a ultranza de los videojuegos, la científica reconoce que pueden ser positivos, siempre y cuando no interfieran con las relaciones humanas de niñas y niños, ni con sus otras actividades.
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