Científicos estadounidenses lograron revertir dos síntomas característicos del autismo en experimientos con ratones, a los que se les aplicó un fármaco para reducir las conductas repetitivas y la falta de sociabilidad.
Los expertos de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos utilizaron un fármaco experimental llamado GRN−529, que actúa inhibiendo un compuesto químico cerebral, el glutamato.
Con este tratamiento en ratones, los investigadores lograron incrementar la interacción social de los animales y reducir sus conductas de repetición.
Los ratones tratados pasaron una menor cantidad de tiempo acicalándose y más tiempo interactuando con un ratón desconocido, juntando las narices para olfatearse mutuamente.
Los científicos afirmaron que “el GRN−529 redujo casi completamente los saltos repetitivos que ejercían sobre ratones de otra cepa”.
En el estudio, la doctora Jacqueline Crawley y su equipo del Instituto Nacional de Salud Mental, utilizaron un modelo de ratones que habían sido genéticamente modificados para desarrollar síntomas similares al autismo humano.
Igual que en los niños con trastornos del espectro autista, los ratones modificados interactúan y se comunican entre sí con menos frecuencia que los animales normales.
“El autismo a menudo es considerado únicamente como una discapacidad que necesita rehabilitación. Ahora podemos tratar al autismo como un trastorno que puede responder a tratamientos biomédicos”, explicó Crawley.
Los científicos esperan ahora comenzar los ensayos clínicos con humanos, aplicando inhibidores del glutamato en pacientes que sufren algún trastorno del espectro autista.
El glutamato es una sustancia química que se encuentra en las neuronas y funciona como neurotransmisor, facilitando la comunicación entre estas neuronas.
El compuesto, que se encuentra en grandes cantidades en todo el sistema nervioso central, es esencial para la formación de memorias, aprendizaje y regulación de conductas.
El autismo es un espectro de trastornos caracterizados por graves déficits del desarrollo, permanente y profundo. Afecta la socialización, la comunicación, la imaginación, la planificación y la reciprocidad emocional, y evidencia conductas repetitivas o inusuales.
Los síntomas, en general, son la incapacidad de interacción social, el aislamiento y las estereotipias (movimientos incontrolados de alguna extremidad, generalmente las manos).
Con el tiempo, la frecuencia de estos trastornos se eleva (las actuales tasas de incidencia son de alrededor 60 casos por cada 10 mil niños); debido a este aumento, la vigilancia y evaluación de estrategias para la identificación temprana, podría permitir un tratamiento precoz y una mejora de los resultados.